Uruguay logra una red eléctrica renovable

Con una visión a largo plazo, Uruguay abrió el mercado a la competencia y adjudicó contratos por bajo coste, atrayendo inversiones en energías renovables

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05 dic 2025 - 14:51

El plan de Uruguay se basó en la diversificación de fuentes de energía y en la inversión en tecnologías renovables. Se establecieron metas ambiciosas para aumentar la capacidad de generación de energía eólica, solar y biomasa. Además, se promovió la eficiencia energética en todos los sectores, desde la industria hasta los hogares.

99% energía renovable

Como la mayoría de los países, Uruguay carece de recursos de combustibles fósiles. Durante mucho tiempo, el país había compensado la desesperada demanda de su capacidad hidroeléctrica con la importación de carbón, petróleo y gas natural. Tras disfrutar de tasas de crecimiento económico admirables y envidiablemente estables que han llevado al país de 3,5 millones de habitantes a alcanzar un PIB de 80 000 millones de dólares, el gobierno ha optado desde hace tiempo por subsidiar la producción e importación de combustibles fósiles para impulsar este desarrollo y expansión.

Sin embargo, como declaró Ramón Méndez Galain, exministro de Energía del país, quien supervisó la transición energética, el país se enfrentaba al dilema de un rápido aumento de la demanda, con apagones que comenzaban a ser preocupantemente comunes en algunas partes del país.

En la década de 2010, el gobierno concluyó que depender de las importaciones de combustibles fósiles se estaba volviendo económicamente insostenible, y se gestaba un debate sobre las energías renovables en los círculos de poder. Méndez Galain, físico de partículas de formación y sin experiencia en el sector energético, finalmente logró hacerse cargo del Ministerio de Energía e implementar un plan que sobrevivió a cinco administraciones y que hoy en día tiene en la mira a todo el mundo.

el país se enfrentaba al dilema de un rápido aumento de la demanda, con apagones que comenzaban a ser preocupantemente comunes en algunas partes del país. — Ramón Méndez Galain, exministro de Energía del país

No obstante, no fue tan difícil. Uruguay necesitaba capacidad a bajo costo, por lo que, tras eliminar los sesgos y subsidios existentes para los proyectos de combustibles fósiles, el gobierno abrió los contratos de servicios públicos a una mayor competencia y a plazos más largos. Los contratos no se adjudicaron en función de promesas de reducción de emisiones, sino de cuán bajos serían los costos de instalación y suministro.

Más actores pudieron entonces ingresar al mercado energético, aportando ideas e innovaciones, y eventualmente unos 6 mil millones de dólares en inversiones en energías renovables de empresas ansiosas por obtener los contratos a largo plazo. Las duraciones más largas prometían un retorno de la inversión predecible a los posibles inversores, que se adhirieron rápidamente.

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