Los castillos que no te imaginarías que están en Badajoz - Imagen deforma en AMP
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En la soledad de colinas o rodeados por modernas urbanizaciones, tocar los gruesos muros de estos castillos son como bajar un puente al pasado medieval de Badajoz.
En Extremadura hay aproximadamente 330 castillos, algunas de los cuales se encuentran en magnífico estado de conservación, mientras que a otros el tiempo los ha condenado a un destino de ruinas. Divido por provincias, encontramos unos 215 en Cáceres y 117 en Badajoz, según un cálculo de la Asociación Española de Amigos de los Castillos.
La razón de esta abundancia se debe a la importancia estratégica de la región en su historial bélico, tanto contra los reinos musulmanes como contra la corona de Portugal, así como en las guerras carlistas o en las invasiones napoleónicas.
También tuvo mucho que ver la amplia extensión del territorio, que obligaba a construir puestos de vigilancia y defensa; y el cruce de culturas de la actual Extremadura, donde romanos, visigodos, árabes y cristianos han dejado sus huellas en muros, torres y otras construcciones con fines militares. Vamos a conocer cuáles son los castillos más importantes de Badajoz.
Castillo de Badajoz: la fortaleza almohade más grande
Obviamente, este recorrido tiene que empezar en el castillo de Badajoz, bastión que acompañó a la evolución de esta ciudad con más de 2.000 años de historia. Esta fortaleza, también conocida como la Alcazaba de Badajoz, se encuentra en la Plaza Alta, en una colina que vigila el entramado urbano; una estratégica ubicación que sumada al grosor de sus murallas y la imponente presencia de las torres convertían a este lugar en poco menos que inexpugnable.
El origen del recinto hay que buscarlo en el siglo IX, cuando se construyó la muralla, que fue reforzada en el siglo XII por el califa Abu Yaqub Yusuf. De hecho, los muros medievales han desaparecido, y los que se pueden ver ahora, pertenecientes al reino musulmán, están en un muy buen estado de conservación, lo que convierte esta estructura en la alcazaba almohade más grande de España.
La muralla, que se puede recorrer gratuitamente por dentro, tiene una forma ovalada; que tras las sucesivas ampliaciones terminaron protegiendo un recinto de ocho hectáreas. Los muros se franquean por cuatro puertas, que son la del Alpéndiz, la del Capitel, la de Yelves y la de la Coraxa; donde al atravesarlos se llega a un sector ajardinado con edificios como el Palacio de los Condes de Roca, que aloja al Museo Arqueológico de Extremadura (hogar de una interesante colección de objetos históricos) y la sede de la Biblioteca de Extremadura.
Murallas adentro se encuentran varias torres, de las que destaca la de Espantaperros, curioso nombre que en realidad no se refiere a los canes, sino que era una forma despectiva de considerar a los enemigos (vengan de donde vengan). Otras torres son la de los Acevedo de la Horca, del Alpéndiz, del Pendón y la de Santa María, recientemente restaurada; que conforman un conjunto catalogado como Monumento Histórico-Artístico en 1931, y que es una invitación a viajar por la larga historia de Badajoz.
Castillo de Olivenza: de mano en mano
Si un niño o adolescente mira la imponente mole pétrea de la torre del homenaje del antiguo castillo de Olivenza, seguramente pensará que forma parte del universo de Minecraft. Esta estructura, con 40 metros de altura y 18 metros por cada lado, fue durante mucho tiempo la construcción más alta de Portugal, donde su interior tiene un sistema de 17 rampas que permitían el ascenso de animales de carga.
¿Pero qué tiene que ver Portugal con este castillo? Pues mucho, porque este recinto amurallado de orígenes musulmanes que pasó a manos de los templarios en 1228, fue tomado por los portugueses a finales del siglo XIII (quienes levantarán las murallas de doble espesor que siguen en pie y la citada torre del homenaje). La Guerra de las Naranjas en 1801 permitió que Olivenza vuelva a ser española y, por ende, tenga control del baluarte. Pero duró poco, porque diez años más tarde fue seriamente dañado por la ocupación francesa.
El abandono de las décadas posteriores iría degradando el conjunto, hasta que en los años ’70 del siglo pasado se restauró y en el interior de sus murallas se levantaron edificios como el Museo Etnográfico de Olivenza. Además, la iglesia de Santa María do Castelo recuperó su sencilla elegancia, una interesante muestra del gótico portugués.
Las gruesas murallas atraviesan el centro histórico de Olivenza, donde se conservan las puertas de Alconchel, de los Ángeles, de San Sebastián (reconstruida en 2006) y la de Gracia; además de 18 torres defensivas, entre ellas cuatro gruesas estructuras cuadradas casi sin vanos y donde apenas emergen un par de delgadas saetereas.
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