Sinopsis
Las elecciones presidenciales en Estados Unidos no las gana necesariamente quien ha conseguido más votos en las urnas, sino quien obtiene un mayor número grandes electores que se reúnen tras las elecciones en el denominado colegio electoral. Cada Estado tiene un número diferente de grandes electores en función de su población. El Estado que cuenta con un número más elevado de grandes electores es California con 54, seguido por Texas con 40, Florida con 30 y Nueva York con 28. Pero esos Estados suelen tener desde hace años una inclinación política previsible: California y Nueva York acostumbran a decantarse por los demócratas mientras que Texas y Florida lo hacen por los republicanos. La cuestión es hacerse con Estados de medio tamaño que rondan entre 15 y 20 grandes electores y que cambian sus preferencias en función del año y del candidato. A estos se los conoce como “swing States” (Estados péndulo) o “key States” (Estados clave).
En las elecciones de este año los Estados péndulo tienen una importancia capital ya que, según las encuestas, será en ellos donde Donald Trump y Kamala Harris se jueguen la Casa Blanca. En estos momentos se encuentran en un empate técnico. En voto popular Harris está ligeramente por encima, pero en el colegio electoral les separan unos tres o cuatro votos. Eso ha convertido octubre en una febril carrera en la que los dos candidatos buscan desesperadamente el desempate. De producirse hablaríamos de la conocida como “October surprise” o sorpresa de octubre, un fenómeno que se produce en algunas elecciones y que consiste en que un candidato entra en el mes empatado y sale en cabeza listo para ganar las elecciones.
Para que se produzca una sorpresa de octubre algo inesperado tiene que ocurrir, un acontecimiento importante que mueva grandes cantidades de voto en una dirección u otra. A eso mismo se han encomendado Harris y Trump este año, pero ya ha transcurrido la mitad del mes y no hay sorpresa que valga. Ambos están siendo extremadamente cuidadosos para evitar cometer errores fatales un metro antes de la línea de meta. La sorpresa, eso sí, puede venir de fuera, pero el panorama internacional ya estaba convulso antes de las elecciones y lo seguirá estando después. Sólo les queda esperar al día cinco y rezar para que se deshaga el empate de la forma más holgada posible.